Esta es la primera parte de La historia de una joya
Amo al corazón, una piedra preciosa que no vas a encontrar en una joyería; una pieza de arte hecha de cuatro elementos que nunca percibirás en otra joya:
El sol de verano, fresco, dinámico, brillante.
Las estrellas coloreando la joya, regaladas por la reina del otoño después del baile en honor su amante, el servidor del invierno.
Las lunas del espacio, regalo de todos los regidores de los mil cielos, añadiéndole misterio a la pieza.
Finalmente, la forma dada por el amor, el toque de emoción más puro, lejano a nuestro conocimiento, dándole forma al sentimiento y a nuestra energía.
Hoy, sé que no fue suerte, fue el destino que me llevó a encontrar esta pieza de mí misma en un callejón de una ciudad conocida en Asia, tan lejos de casa.
Estaba haciendo un viaje de negocios, como regularmente hago. Era una tarde lluviosa, decidí caminar entre las calles tratando de limpiar mi cerebro, tan lleno de las superficialidades de las cosas de negocios.
Me encontré en medio de un mercado, ni siquiera había tenido la intención de ir a él; divagué entre los puestos observando las cosas más extraordinarias que estaban a la venta.
¡Había tantas cosas que ver! Todas interesantes, algunas valían la pena de comprarlas, otras era simplemente invaluable saber de su existencia.
En medio de la multitud, escuchando las historias de las maravillosas cosas que había en venta, de repente, sentí que algo me atraía a mis espaldas.
Me giré y me le quedé mirando a un puesto solitario en una esquina oscura de la calle. Podía sentir, mientras caminaba en su dirección, como mi cuerpo temblaba, mi corazón palpitaba a una velocidad que nunca había sentido y mis manos sudaban tantísimo como si las hubiera sumergido en agua.
En el puesto no había muchas cosas atractivas, excepto una única… una piedra brillante, hermosísisma… simplemente me enamoré de ella. Después de un rato mirando a la cosa que más deseaba obtener, me dí cuenta de la hermosa mujer detrás de la mesa, sus ojos brillaban tanto como la piedra, era obvio que la mujer estaba orgullosa de poseer esta piedra increíble y sentí como ella estaba muy feliz de que la piedra encontrara a su nuevo dueño.
Ella, sin esperar la pregunta, me explicó la historia de amor más maravillosa que he escuchado. Después de un tiempo me di cuenta de que la historia era verdadera.
Era la historia de una hermosa mujer que vivía en el sur de Indonesia. Toda su dedicación se la otorgaba al cuidado de su marido y su hermosa hija. No había nacido en el país, la habían traído cuando era una niña a bordo de un barco pirata inglés.
Ella recordaba poco de su vida en el barco, sólo que, aparentemente, la tripulación la cuidó muy bien. Sólo había una cosa que ella recordaba vívidamente, un hombre, Chien. Nadie sabía que este hombre estaba en el barco. Cuando Angela les contaba sobre él, todos pensaban que se trataba de su amigo imaginario, como todos los niños de su edad tienen, así que nadie se preocupó en investigar si era verdadero o no.
Chien estaba viajando ilegalmente a bordo del Brighton Shore, quería volver a su país, ya que había vivido de manera infeliz en “el mundo perfecto”, como llamaba a Inglaterra. No tenía dinero, tuvo que planear una manera de viajar hasta su hogar sin morir o ser atrapado, ya que él sabía que lo podían condenar a morir entre los tiburones, y esta, podría ser la muerte más vergonzosa que se pudiera imaginar, según sus creencias.
Todos los días iba a la bahía donde el barco estaba escondido; llegaba antes de que el sol mostrara sus primeros rayos, y se iba cuando estaba seguro de que nadie caminaba alrededor del barco. Todos los días se sentaba detrás de una roca ubicada cerca, para observar cada movimiento con la esperanza de descubrir cualquier posible oportunidad para subir en él.
Un día, la vida le pagó su paciencia. Escuchó que el carnicero iba a traer la carne el día antes de embarcar, los barriles de carne seca.
Al día siguiente siguió al carnicero para buscar alguna manera de meterse en uno de los barriles. En la carnicería observó la operación detalladamente; vio cuando los hombres comenzaron a llenar los barriles. El dueño checaba cada uno para asegurarse que estaban llenos y no había nada adentro que no fuera carne. Después de llenar los barriles, eran cerrados hasta la fecha de embarque.
El cerebro de Chien comenzó a maquinar.
Dos días antes de la partida del barco de Inglaterra, fue de compras, se hizo de dulces, agua, vegetales, carne seca, algo de pan y un taladro (antes eran manuales).
Regresó a la carnicería y encontró dos barriles aún abiertos. Cuando los empleados estaban almorzando, corrió al almacén y tras unos estantes se escondió hasta la noche.
Esperó mucho tiempo después de que todos los empleados se fueron a su casa, ya que no quería estar dentro del barril toda la noche, sabiendo que probablemente iba a vivir en él durante todo el viaje.
Salió de su escondite en la madrugada, antes de que llegaran los primeros trabajadores, le hizo un agujero al barril de un lado para poder respirar y uno a la tapa para poder moverla desde adentro.
Puso dentro del barril su comida; tomó unos sacos que encontró en uno de los estantes y les colocó carne seca encima hasta que pensó que no se verían más.
Lo más difícil de la operación estaba por comenzar.
Brincó dentro del barril, tomó la tapa posicionándola de manera que quedara un espacio por el que maniobrar; tomó los sacos y se los echó sobre la cabeza, moviendo con las manos todo hasta asegurarse que parecía que el barril estaba lleno (créeme que pesaba mucho).

Cuando estuvo satisfecho con la posición, jaló la tapa hasta cerrarla completamente, aunque le costó mucho trabajo completar esta tarea, sus manos eran tan pequeñas que pudo hacerlo sin mover demasiado de la carne, asegurándose de que no hubiera huecos.
La tapa estaba cerrada, él estaba dentro, sintió como su mundo se hizo de pronto pequeño.
Estaba acomodándose lo mejor que podía, cuando escuchó los primeros pasos hasta el almacén; los hombres comenzaron a llegar haciendo mucho ruido, se sintió un poquitín más seguro, ya que su respiración y su corazón no se iban a escuchar.
Finalmente, los hombres comenzaron a martillear las tapas de los barriles, la única manera de abrirlos era con un martillo y una palanca.
¿Cómo iba a salirse de su barril con tanta seguridad?, su preocupación le llegó demasiado tarde, antes de poder tener una respuesta, su barril estaba siendo martilleado con un nivel enorme de ruido, como para ensordecerlo. La segunda gran aventura de su vida estaba comenzando. La primera había sido cuando lleno de esperanzas había viajado hasta Inglaterra, pero esa es otra historia.
Continuará….
Para tí, de

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